jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Quién responde a las preguntas sin respuesta?

¿Quién es capaz de decir que no tiene, en el baúl de sus recuerdos cerebrales, alguna pregunta sin respuesta? ¿Quien puede asegurar que todas las cuestiones que se ha ido planteando a lo largo de la vida, han obtenido su respuesta?

No me refiero a las preguntas derivadas de materias escolares, metafísicas, biológicamente explicables y demás, porque eso es diferente. Estos casos,  no es que no tengan respuesta, es que aún no hemos adquirido el conocimiento suficiente, pero gracias a Internet o a los libros, ese problema es fácil de solucionar. Me refiero a las preguntas reales a aquellas que son (y perdón por la expresión) jodidamente difíciles de responder; las sentimentales.

Cuantos/as habéis sufrido por no saber la respuesta al  siempre mítico "Porqué....?", seguido de un: ".... me has dejado?," o bien, " ...me has mentido?", o bien, "....no me hace caso?", o , sobretodo, " ...sigo esperándola/le?"

Éstas son las preguntas sin respuesta que consiguen que un@ se desmorone.

He estado pensando y creo que el problema de estas preguntas y de que se mantengan en nuestros cerebros permanentemente, no está en el hecho que la persona que teóricamente creemos que debe responderlas, no lo haga, sino en que nosotros mismos no queremos saber la respuesta.

Si por algo se caracteriza el ser humano, y sobretodo las mujeres, es, a parte de ser seres racionales, es que gozamos de un sexto sentido adicional, lo llamo sentido, por llamarlo de algún modo : la intuición. ¿Cómo afecta la intuición en nuestras vidas ? Muy fácil, os pongo un ejemplo. No os ha pasado nunca de encontraros a alguien que os empieza a contar algo referente a un marrón, o un secreto, o a su versión de ciertos hechos y , por muy lógico que parece todo, no sabéis porque, pero hay algo dentro de vosotros/as que os está diciendo que no os lo creáis, que no  es de fiar. O bien cuando os deja alguien y empieza a soltar el clásico monólogo de : no eres tú, soy yo, (o su abuela depende como), necesito mi espacio (llevabais tres días sin veros, pero bueno ), ahora quiero dedicarme a mi vida profesional (¿estando en el paro ? ).... en fin, excusas por no decir las verdades, con tantes y sonantes. Parece que no se acaba de entender que en el momento que rompes, ya me has hecho daño, el motivo es necesario para seguir adelante, nada más, así que lo mínimo es ser sincero, por favor,y decir verdades como: es que me he enamorado de otra chica/o que además estuviste hace 2 semanas haciendo un café con él/ella, o bien, quiero tener la opción de tirarme todo lo que se mueva, o,  me quiero ir del país a vivir una experiencia y también a follarme todo lo que se mueva, o el siempre simple pero jodido puñal del : no te quiero... no sé, cuando alguien te dice eso, te jode, pero no hay margen alguno para la duda, es eso y punto. Te lo comes, lo digieres y sigues adelante, sin más.

Preguntas sin respuesta... ¿Lo son porque necesitamos que alguien nos las repita en voz alta? Realmente ¿Necesitamos que alguien, que no se auto engañe en ese momento,  nos estampe en la pared, de forma que no queramos acercarnos de nuevo a ella?. ¿Somos débiles o simplemente cobardes?

Quizás tengamos miedo a saber lo que ya sabemos inconscientemente, pero en el fondo lo que nos debe interesar es que, en el momento que dudamos, estamos en un período de transición entre una situación conocida y otra de nueva y desconocida. No tiene porque ser peor o mejor, pero debemos enfrentarnos a ella solos, como con las preguntas sin respuesta, nadie va a resolverlas por ti. Te pueden aconsejar, te pueden repetir lo que ya has oído o incluso analizar la situación, pero la decisión final siempre es de uno mismo.

Hay preguntas sin respuesta de otro tipo, las de amistad por ejemplo, esas son casi peores que las sentimentales. En las de índole sentimental las reglas del juego permiten odiar, permiten excusarse uno mismo e incluso atacar para defenderte, pero en el territorio de la amistad todo se complica. En la amistad la cuestión no es el posible enfado, sino una clara, concisa, simple y retorcida pregunta : ¿Podré volver a confiar?. No es importante lo sucedido, no tienen relevancia las consecuencias físicas, lo que realmente importa y nos atrapa mentalmente, nos preocupa, es  si podrás volver a confiar en esa persona, persona que te ha mentido, te ha utilizado o te ha vendido para salvar su culo. No es lo que quizás no sabrá de tí, sino lo que ya sabe, los secretos, las confidencias que, con el odio o rencor, se vuelven muy tentadoras para ser usadas como venganza.¿Sería correcto hacerlo? ¿Es legítimo que tras un engaño uno se permita la licencia de divulgar los temas más personales, simplemente por venganza?

La linea es demasiado fina y quizás la respuesta más correcta y menos arriesgada seria, "depende", pero ésta genera otra cuestión: ¿De qué, realmente, es de lo que depende?

No hay comentarios:

Publicar un comentario