jueves, 17 de enero de 2013

Política y justicia... mentiras,corrupción y sonrisas.



Y digo yo, ¿Por dónde empiezo? Si has nacido, vivido y muerto en la clase política ... ¿Cómo se explica que hayas podido defender a la clase obrera si nunca has formado parte de ella, ni entiendes sus problemas, ni mucho menos les escuchas y abogas por sus intereses? Este es un  detalle que no debemos olvidar ya que debería ser la razón de ser de cualquier político, es decir, representar al pueblo, sus decisiones y opiniones y a su vez luchar para mantenerlas, promulgar valores como el respeto, la tolerancia y predicar dando ejemplo que, desgraciadamente, ni eso tenemos. Lo que me lleva a pensar en el hecho de ¿Cómo hemos dejado que se genere esta clase social ? La clase política. El político es elegido de entre le pueblo y para el pueblo, con lo que, de igual modo que un empresario despide a un trabajador cuando no cumple con sus obligaciones, roba o se excede en sus privilegios, el pueblo tiene la obligación, deber y derecho de deslegitimar al político/s en cuestión y él/ellos deberán acatar una decisión elegida por la massa social a la que representan y a la que se deben, teniendo en cuenta que la política cuenta con una parte vocacional propia del individuo, o almenos así nos lo venden. Se han generado un caparazón de protección a su alrededor que poco tiene de noble y de transparente, cuyos puntos de unión son las leyes que ellos mismos crean, apruevan y desapruevan a su antojo, según interesa, según les conviene. 

No hay color político que no esté manchado y más cuando, a día de hoy, no paramos de ver casos de corrupción que emergen y flotan como la mierda en el mar esperando a ser resueltos y desaparecer lo antes posible y con el menor ruido de la agenda setting del país,  para que las personas, el pueblo al que supuestamente protegen y velan, no piensen, no hablen, no se quejen, todo ello gracias a la triste y pobre situación judicial de este país que ni ordenadores ni plataformas online tienen para poder archivar los casos y que cualquier juez  pueda acceder a los datos de condenados o de juicios en proceso, indiferentemente de si han iniciado el proceso en Barcelona, en Teruel o en A Coruña. No, es mucho más práctico tener reproducciones en miniatura de la torre de Pisa repartidos por los mil juzgados de este Estado, formados por carpetas y archivos con pruevas y documentos cruciales para cada caso abierto, porque así molamos más. Todo ello mezclado con la bomba de favores y bajomanos no escritos ni registrados en ningún lado que dificultan mucho más que la verdad salga a la luz y que quienes deban pagar por algo cumplan la condena que se les haya marcado, en el mejor de los casos, o que, como mínimo, se les llegue a cojer para, quizás, si no se tienen muchos amigos en las altas esferas, se pueda iniciar un proceso judicial como Diós manda. 

Hay pocos, muy pocos responsables políticos y judiciales que no deban favores o a quienes no se les deba un favor, lo que implica que en muchísimas ocasiones no se atrevan a intentar cortar cabezas que saben que legalmente deberían ser cortadas porque tal acción a lo mejor implica la suya propia, en consecuéncia, vemos, día tras día, políticos que se inmiscuyen en resoluciones judiciales cambiando sus dictámenes por absoluciones (casos de algunos mossos recientemente), jueces que no tienen cojones de meter a la cárcel a Señores y Señoritos que, tras haber robado cantidades ingentes de dinero público o haber aplicado leyes a su antojo o hecho abuso de sus cargos para sus necesidades e intereses privados, siguen tranquilamente paseándose por la calle y gozando de vacaciones en familia que pagamos entre todos mientras somos esos mismos "todos" quienes les pagamos los abogados para que les defiendan, su ropa, su comida y encima vamos a los bancos de alimentos porque para nuestras bocas ya no queda nada, ni para la de nuestros hijos y familiares. 
Y digo yo....¿Quien debe recordarles el juramento que hicieron al finalizar sus carreras? ¿Quién debe recordarles que cada decisión tiene su consecuéncia? ¿Quién debe ponerles en su sitio cuando las mismas reglas les amparan o se necesitan más de 500.000 firmas para que algo pueda ser debatido en el congreso, aunque nazca del pueblo, pueblo al que han jurado defender y servir tanto unos como otros? 

Tiran y tiran de la cuerda olvidándose de algo muy sencillo, cuando en este país la mayoría de la gente ya no tenga nada que perder, cuando ya no haya nada con lo que amenazar porque se habrá llegado a un punto en el que ir a la cárcel será lo mejor que te haya podido suceder jamás por que podrás comer tres veces al día y dormir caliente y no al frío y húmedo raso de nuestras calles, entonces, y solo entonces no quedará lugar para la moralidad y las leyes, y no lo digo yo sinó la mismísima pirámide de Maslow y nuestra condición humana que, además, es animal, por muy racionales que seamos, teóricamente, aún necesitamos comer, dormir y follar, solo entonces alguien cometerá un pequeño error, uno más de los miles cometidos, y  se abrirá la veda y nadie podrá ayudar a los 350 diputados del congresos, asistentes y demás sanguijuelas, y se polarizará tanto la situación que se llenará la actualidad de llantos, gritos y corridas de personas en antaño calles tranquilas y libres, por exigir lo que es nuestro, por reclamar a esos pocos lo que se han adjudicado, para conseguir que escuchen de buenas o de malas, todo ello en el mejor de los casos. 

Cuando ya no se aguante más, tendremos la mala suerte de que los culpables se habrán fugado, tendremos la mala suerte de que tendremos tanta hambre que el resto  nos será igual, tendremos la mala suerte que de entre la desesperación saldrá un líder supuestamente fuerte que prometerá el cielo con la condición de poder aplicar ciertas "medidas" por el bien común, eso sí, empezando por el no poder opinar libremente....Resumiendo, tendremos la mala suerte de darnos cuenta de no haber sido lo suficientmente valientes para afrontar una situación real y dolorosa como es la actual; de no haber sido suficientemente empáticos y no querer ver al vecino como un igual, como alguien de quien fiarte y apoyarte para crecer en vez de un rival al que hay que joder; lamentaremos no haber salido a la calle día sí, día también, sin centrarnos en lo que estamos perdiendo sinó en lo que podemos ganar; lamentaremos los callos en nuestras rodillas de tanto arrodillarnos, y sobretodo, lamentaremos hechar de menos lo que un día fuimos: personas, no esclavos.

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